29.11.08

Verde-amarelo

Este fue un año intenso para mí, capoerísticamente hablando.
Como empecé a dar el taller literario de los sábados a la mañana, ya no estaba yendo más para lo de Sofi los viernes. Y además muchas veces quería salir los viernes, pero haciendo algo tranquilo para no llegar destruido a la clase de los sábados.

Las rodas de capoeira del Gimnasio, que son los viernes a la tarde-noche, fueron ideales en ese sentido, porque podía descargar las energías de la semana y arrancar bien el finde.
Además, aprendí mucho sobre capoeira, mejoré un poco en lo musical (porque para ser buen capoeirista, también tenés que poder cantar las canciones, tocar el berimbau, los instrumentos...), y sobre todo me divertí mucho. Las rodas son lo que le da sentido al entrenamiento de toda la semana.

No estaba en mis planes cambiar el cordel (un cambio de cordel implica siempre un avance en tu nivel de capoeira): no me creía capaz, me parecía mejor el año que viene. Pero cuando vi mi nombre en la lista para verde-amarelo, me pareció que podía tomar el desafío y hacer el intento. Así que estuve entrenando todo lo que pude antes del batizado, que fue a principios de este mes.
En capoeira, te "bautizás" al obtener tu primer cordel, el verde, cosa que yo hice el año pasado. Es algo así como la entrada oficial a la capoeira. Después, hacés "trocas" (cambios) de cordel: es algo semejante a los cinturones de las artes marciales.
Después de verde viene verde-amarelo. Después, amarelo, que ya implica un mayor dominio de los instrumentos (fundamentalmente, el berimbau), y un mejor nivel de capoeira. Azul-amarelo es un paso grande, y el umbral mayor es azul, porque ahí pasás a ser "formado": se supone que tenés que empezar a dar clases y enseñar lo que sabés, y que podés bautizar a la gente y darles entrada a la capoeira. A partir de ahí, vas haciendo tu camino como profesor, y ya implica que estás comprometido con la capoeira como arte integral: a nivel físico, docente, musical e incluso filosófico.

El 25 de octubre tuve el "examen" de verde-amarelo, que consiste en hacer una o varias de las cuatro secuencias básicas creadas por Mestre Bimba (1899-1974), el hombre que institucionalizó la capoeira. Nuestro "jurado" o panel de examinadores eran el Mestre Marcos Gytaúna, que dirige la Asociación Argentina de Capoeira, y dos mestres invitados de Brasil: Alfredo y Boa Gente. Yo estaba nervioso, no sólo por el hecho de dar examen, sino porque no tenía dupla (pareja) para hacer las secuencias. O sea que, por más que hubiera estado entrenando y practicando, las cosas podían salir mal si mi pareja se equivocaba.
Por suerte no fue el caso: me tocó con un pibe que la tenía clara y que se ve que había practicado las secuencias. Hubo dos o tres errores técnicos, pero nada grave al fin y al cabo.

El sábado siguiente fue el "batizado", el evento anual en el que se bautiza a los "ceros" (capoeristas sin cordel) y se les da el cordel verde, y en el que los que dan examen tienen que jogar con capoeristas de mayor graduación para que les entreguen su cordel.
Para ser sincero, me gustó más el batizado del año pasado. Había más gente y me pareció más variado, más entretenido. Además, este año me quedé casi todo el evento. No suelo invitar a nadie (ni siquiera a mi familia), porque son eventos largos y repetitivos, y en definitiva es muy poco tiempo el que uno pasa jogando capoeira.
Por otra parte, la gente que no entiende de capoeira, después de la primera media hora razonablemente se cansa y quiere romperle el atabaque en la cabeza a alguien; en ese sentido, las rodas son mucho más entretenidas.
No sé por qué razón se atrasó tanto el batizado, porque estábamos convocados para las 10, y habrá comenzado recién a las 12.30. Creo que yo estuve ahí como hasta las 20. Me tocó jogar con una chica, que creo que se apoda Nativa, y después con Leo, un gran capoeirista que se "formó" este año (su examen de la semana anterior fue perfecto, impresionante) y que entrena y da clases en nuestro gimnasio. Más allá de las cosas que escribí más arriba, para mí fue buenísimo poder cambiar de cordel: fue imponerme un desafío y superarlo. Ir a los batizados siempre suma un poco en este aprendizaje.

¡Acá cuelgo algunas fotos de ese día, ya en casa, con la remera del batizado de este año y el flamante cordel...!





Con Sofi...

Con mi hermano Dani...